lunes, 28 de abril de 2014

Como enfrentarse al baño de trillizos



La crianza de trillizos es como gestionar un cuartel, todo tiene que estar ordenado en el espacio tiempo para evitar la guerra. Y dentro de esta vida cuartelaría guarda especial complicación el momento del baño.




Para empezar hay que partir de la convicción de que los bebes más que bañarlos hay que remojarlos, porque sino este momento del día nos ocupa demasiado tiempo y eso no nos lo podemos permitir. ¿Por qué? sobretodo porque el primero comenzará a tener hambre en cuanto lo saquemos del agua, y si nos demoramos en los otros dos no tendremos tímpanos para aguantar el tirón de esta hora feliz.

Así que, después de muchas pruebas y de descubrir, como decía Edison, mil maneras de cómo no se debe bañar a tres bebes, hemos dado con la fórmula más cómoda. Nosotros comenzamos bañándolos en el lavabo, por una cuestión de tamaño. Al principio son tan pequeños que es más cómodo hacerlo así. Luego…luego lo intentamos de todas maneras. 

Compramos una bañera-cambiador con ruedas (detalle éste muy importante) y la instalamos en el baño. La experiencia no fue satisfactoria, sobretodo porque no hay baño lo suficientemente amplio como para albergar un mini balneario improvisado donde quepan tres bebes en sus hamaquitas o si me aprietas, en cualquier soporte, la ropita, la bañerita y el o los adultos encargados de la faena. Y, bueno, comentario aparte merece el eco que tienen los baños para semejantes tenores. Descartado.

Luego optamos por dejarlos en el cuarto e ir llevándolo uno por uno al baño, pero el trasiego podía enfriarlos y siempre exigía de dos adultos, cosa que en mi caso, casi nunca se da. Descartado. Así que dimos con la clave. Eureka¡. Trasladamos la bañera-cambiador al cuarto, los dejamos en la cama con toda la intendencia ya preparada sobre ella (toallas, pijamas, cremas, pañales) y llenamos la bañera con un tummy-too o a la sazón, un cubo. Así, cuando empezamos a bañar a uno, un pasito y pam, a la cama, a vestirlo. El segundo. El tercero. Y los tres en el mismo espacio, tumbaditos e interactuando. Que si lloran? Off course… pero acaban tan relajados y tan tumbados que es más controlable. Y sobretodo que con dos almohadas a los lados puedo ir a la cocina y preparar, los biberones sin sustos y sin ir pululando por la casa de cuarto en cuarto. Esto hasta los seis meses, que ya empiezan a escalar y hay que recurrir a las alfombras de bebé y a las hamaquitas.






La verdad es que ellos se han acostumbrado perfectamente, y ahora que ya tienen siete meses saben que entre el baño y el momento del biberón siempre resta un espacio de tiempo que tienen que esperar. Y se han hecho algo pacientes, no echaré las campanas al vuelo, pero lo cierto es que han aprendido a esperar un poco.


Si uno de ellos tiene la piel más atópica, lo mejor será bañarlo el primero para poder evitar el uso de jabones. Yo utilizo un aceite y baños de avena (son sobres que se compran en cualquier farmacia), pero de esto ya hablaremos en otro post en el que abordaremos los problemas de las pieles en bebes múltiples.